AUTOBIOGRAFÍA DEL CAOS


… un momento, por favor, que no me he puesto la redecilla en el pelo, la verdad es que me gustan mucho más los sombreros, pero si supiera dónde están, dónde los he dejado, nunca los encuentro, así que llevo siempre a mano algo para cubrirme y que compense la falta segura de un cobertor para mi cabeza, porque es la cabeza la parte que más sufre de mí, de forma contradictoria, porque es tanto y a la vez tan poco que la verdad llego a dudar si la tengo o no, y eso que de vez en cuando se me caen sobre los ojos partículas que dicen llamarse pensamientos y que si no tengo cuidado me generan legañas costrosas que tarde o temprano con la crecida de los ríos del sin saber y del sin querer se desenganchan troceadas sobre los labios en forma tal que la boca las traga succionadas, deglutidas o perdidas hasta el interior de las tripas de mis soeces intestinos que, análogos a todo lo que me rodea, orinan cuando tendrían que defecar y hablan cuando deben callar, pero qué es esto, la pierna en lugar del brazo, la rótula no encaja, ya lo hará, otras preocupaciones hay, otras preocupaciones vendrán, me gustaría que me hicieran una fotografía, nunca me la han hecho, tampoco sabría cómo posar, pero es la mejor forma de mostrar cómo soy en verdad, porque ya me tienen harto con esas miles de versiones y variantes que hablan y muestran cómo soy o como creen que soy, y a las que me veo sometido día a día por mor del capricho de cada uno que me cita, me piensa o me intenta recrear, ah, cómo me escuecen los ojos, llevo enrojecidas las pupilas que se asoman al abismo de la espalda y que se enganchan a lo que llega desde atrás, desde el pasado que alguna vez de nuevo será futuro, y, claro, de esta guisa, cómo recordar, cómo lograr no incidir en lo incidido, cómo no andar lo desandado y cómo no hablar lo hablado, me río con los dedos de los labios, me alegro al son de los párpados que tienen uñas para rasgar el dominio de las tinieblas que siempre me acechan, porque por aquí no hay otra manera de orientarse que no sea esa, cortando la niebla de lo no ocurrido que, a veces, ni siquiera ha sido pensado, pero cuidado con lo que digo que, como me oigan, pronto me aparecen por aquí los artistas visionarios que habitan las discotecas móviles de los museos y las bibliotecas con sus citas fáciles de intelecto bañado en alcohol al cuarenta y cuatro por ciento y me intentan capturar a base de sofismas y soflamas que, en realidad, no son otra cosa que un blablablá para uso particular, como todo lo que les rodea, y, ya puestos, digo yo que cuánto horror son capaces de generar los seres humanos, ¿verdad?, para que luego me acusen a mí de algo que se llama desorden y que nada tiene que ver conmigo porque yo no puedo ser sin dejar de ser a la vez, esta es la verdad, tampoco me importaría que grabaran un vídeo de mi día a día, no tengo inconveniente, sería didáctico a la vez que entretenido, estoy seguro de que tendría muchas visitas, bastantes me gustas, unos cuantos te sigo y múltiples comentarios de todo tipo, y es que me deshago por viajar unos cuantos minutillos por esas carreteras internáuticas que hace algún tiempo desgajaron de mis costillas los demiurgos de todo tiempo emulando lo adánico cuando yo, en realidad, lo que soy es prometeico, por mi condena y por mi fuego, de todas formas, y por si esto no llega a ocurrir, en mi interior seguro que tengo algo de eso que llaman consuelo, vaya, se me acaba de caer una mano, y a ver quién la encuentra porque más allá de lo que no es mi sombra todo es abismo, ¿importa?, ¡cuánta belleza llevo conmigo!…

2 Comentarios

  1. Cuando no hay fotografías, plasmar las imágenes (y ni que decir las partículas pensativas) conlleva arrastrar borbotones de palabras, como en éste, tu caos biográfico de hoy. Qué bueno.

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